La verdad es como una manta
que siempre te deja los pies fríos.
La estiras, la extiendes
y nunca es suficiente
La sacudes, le das patadas,
pero no llega a cubrirnos
Y desde que llegamos, llorando,
hasta que nos vamos, muriendo,
sólo nos cubre la cara
mientras gemimos, lloramos y gritamos.
El club de los poetas muertos.
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