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Y se fue, como todo se va, desapareció y con él las ganas de comerse el mundo. La verdad, yo sigo esperando a que aparezca algún día con los brazos abiertos a punto de darme un abrazo, para que en ese momento, yo me gire y darle la espalda, como él ha hecho durante tanto tiempo. ¿Sabes? He aprendido a comerme el mundo yo solita con los mios, y ya no te necesito para saber ser feliz. Tenían razón, el tiempo todo lo cura, aunque todavía me salgan llagas de pensarle, pero por si no lo sabe, hay medicinas y cosas para que las llagas desaparezcan.
Tú vete con lo tuyo, por tu camino, anda, sigue para alante y no mires para atrás nunca, olvida todo lo que pasó, olvidame a mí, más, hasta el punto de que te digan mi nombre y te cueste acordarte de las iniciales de mi identidad. Yo sé que puedes, porque yo, lo estoy consiguiendo.

La vida te está cobrando, lo que un día tú me hiciste.